Monday, June 11, 2007

Operación Albania.


A 20 años del sangriento operativo conocido también como masacre de Corpus Christi, uno de sus protagonistas revive pasajes de la horrible venganza con que Pinochet respondió al atentado del Cajón del Maipo, mientras familiares de los caídos reclaman penas más altas para los asesinos.Han pasado dos décadas de la matanza de Corpus Christi, de la que salió herido en el hombro y la cabeza, y a Santiago Montenegro, de 44 años, no le resulta fácil retroceder. Ni a él ni a las familias de los 12 combatientes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que entre el 15 y 16 de junio de 1987 fueron asesinados por la CNI, en una jornada de exterminio que marcó para siempre el otoño dictatorial.Para este padre de dos hijos, sobrevivir a las 72 horas que duró el operativo que la CNI bautizó como Operación Albania obliga a reflexionar sobre las motivaciones de fondo que desataron la ira de Pinochet y sus esbirros.“No podemos pedirle a la justicia que reivindique el accionar político de nuestros compañeros. Tal vez sean las nuevas generaciones las encargadas de reivindicarlos. Esto es una forma de hablar por ellos y aclarar que la Operación Albania fue desarrollada con un objetivo estratégico. Ellos sabían que esta gente era de tiro largo. En Varas Mena hubo enfrentamientos, una resistencia de jóvenes valerosos y empapados de una profunda convicción revolucionaria”, afirma Santiago.Montenegro fue uno de los combatientes que estaban en una casa de seguridad de San Miguel cuando los agentes, al mando del mayor Álvaro Corbalán Castilla, llegaron tras los pasos de Patricio Acosta, un oficial del FPMR que fue emboscado a tiros y rematado en el suelo a pocas cuadras del inmueble de fachada, la tarde del día 15. A unos cinco metros de distancia, el agente Francisco Zúñiga le descargó varios tiros y lo remató en el suelo. Luego lo “cargaron”, poniéndole un arma en su mano y un pasamontañas.Era la misma escena que otra unidad de la CNI había utilizado esa mañana en calle Alhué, en Las Condes, para “eliminar” a Recaredo Valenzuela. A la misma hora que otros agentes ingresaban a un departamento del pasaje Pericles, en la Villa Olímpica de Ñuñoa, para “reventar” a Julio Guerra. Una bomba lacrimógena anuló la resistencia del rodriguista y un agente le dio un tiro en la cabeza, lo arrastró hasta el descanso de la escalera y lo “cargó” también con un arma.Esa noche, Montenegro y sus compañeros estaban al tanto de que las cosas no andaban bien. Ya había noticias de los tres asesinatos. Santiago afirma que lo sucedido en esa casa de seguridad respondió a una decisión colectiva y planificada. Los frentistas tomaron las precauciones y acordaron la retirada al día siguiente, aunque, conscientes del alto riesgo que corrían, durmieron vestidos.En ese enfrentamiento –el único real de toda la operación–, los discípulos de Corbalán ultimaron a los frentistas Wilson Henríquez y Juan Waldemar Henríquez, que ofrecieron fiera resistencia durante el tiroteo. Gracias a ello, otros tres rodriguistas, Cecilia Valdés, Héctor Figueroa y el propio Montenegro, consiguieron salir de la sitiada vivienda, aunque fueron detenidos en los alrededores, en medio de golpizas e insultos.“Se hizo lo que estaba planificado. No fue una huida loca, fue una retirada. El encargado de la seguridad permanente era Juan, pero esa noche la guardia quedó a cargo de Wilson. Lo que hicieron Juan y Wilson permitió que el resto saliera con vida. Hicieron lo que prometieron. Para eso no sólo hay que tener corazón y la sangre fría, hay que tener el coraje que ellos tuvieron”, señala Montenegro.El montaje se cumplió tal cual se había planificado en el cuartel central de la CNI, en calle Borgoño. Allí, otros siete militantes del FPMR fueron interrogados, torturados y luego trasladados, durante la madrugada del 16 de junio, a una casa abandonada de calle Pedro Donoso 582, en Recoleta. Allí, Corbalán y sus hombres los mataron a tiros, no sin antes simular un “enfrentamiento”. Así lo presentaron los medios de la época. Así se haría creer por varios años.

Soy Parte de esta HISTORIA

SOY PARTE DE TU MEMORIA..

ESTHER ANGÉLICA CABRERA HINOJOSA


"Fuiste al combate, con fuerza e intensidad, te entregaste a todo lo que creíste importantetu huella será seguida por muchos jóvenes como tú, valientes y grandes como tú"


22 años, soltera, egresada del 4º Año de Educación Media. En abril de 1986 es detenida en la calle, permanece presa durante 4 meses, siendo luego sobreseída. Su padre, Adrián Cabrera, fue detenido en 1986, había sido dejado libre bajo fianza pocos días antes de Corpus Christi, el 11 de junio de 1987. El lunes 15, Esther sale a las 19 horas de su casa y no vuelve más.Esther era la menor de los hijos de la familia Cabrera Hinojosa, familia duramente reprimida, 4 hijos fueron detenidos a principios de año.Su madre la recuerda así: "Algunos días más y habrán transcurrido dos años desde aquel día 16 de junio de 1987, un día tan triste que muchos jamás podremos olvidar, no podremos olvidar una llamada "Operación Albania" ni el horror que parecía impregnar el aire mismo que respirábamos, no hay disculpa ni podrá haberla para los crímenes cometidos aquel día. Eran jóvenes con el espíritu lleno de esperanzas, motivados por los más altos ideales... Yo conocí a una de ellas, se llamaba Esther Angélica Cabrera y la llamábamos "Chichi" y era mi pequeña. La última de 5 hijos amados por ser hijos y admirados por su capacidad de entrega.Esther aceptó el camino más difícil para vivir, se sentía responsable y por ello sufría y a veces era feliz y yo sufría y era feliz también viendo como ella creía... En realidad, Esther, mi adorada hija, desarrolló un espíritu exuberante, un ánimo de servir con desesperación.Se llenaba de amor con cada experiencia que tomaba. Ella siempre fue, como estudiante, una buena alumna y una buena compañera y fue participante activa en organizaciones estudiantiles. En casa tomó responsabilidades igual que sus hermanos; tenía un espíritu de solidaridad y hermandad admirables. Gustaba de la música comprometida y la poesía, amaba el campo, amaba la ciudad, amaba a tanta gente y era amada por ellos.Esther vivía plenamente con todos sus sentidos. La vida de Esther junto con las vidas de tantos jóvenes valiosos, al entregarla por la causa de nuestro pueblo, refleja un propósito y una obligación: no olvidar la grandeza de sus actos.No olvidar la obligación de ser valientes. Ellos dieron el ejemplo; no olvidar que allí frente a nuestras conciencias está Esther, mi hija y están todos esos otros gigantes de espíritu parados apuntando hacia el norte de nuestras esperanzas, Esther fue asesinada, destruido su cuerpo por las balas un 16 de junio de 1987. Ahora dos años después, ella y los otros están aquí y estarán en cada lugar del país y del mundo donde haya conciencia de la atrocidad cometida y de la grandeza de los héroes que entonces cayeronEsther, hermana, joven y bella, alegre fuiste al combate, con fuerza e intensidad te entregaste a todo lo que creíste importante. Tu huella será seguida por muchas jóvenes como tú, valientes y grandes como tú.


¡No hay perdón ni olvido! ¡No a la Impunidad!




Murió el doctor tormento, Osvaldo Pincetti,Que en paz no descanses..


Solo, usando pañales y con demencia senil severa terminó sus tristes días Osvaldo Pincetti. El “doctor tormento” o “Mortis”, como le llamaban, murió ayer en la Posta Central, tras pasar un poco más de un mes internado grave. Desde que fue procesado y condenado, pasó la mayor parte de los días internado en el Hospital Penitenciario de Gendarmería, postrado.
Pincetti estaba involucrado en innumerables causas de violaciones de los derechos humanos ocurridas bajo el gobierno militar. El asesinato de la cúpula del Partido Comunista, caso conocido como Calle Conferenecia, y el homicidio del carpintero Juan Alegría, perpetrado por la CNI para ocultar el crimen del dirigente sindical Tucapel Jiménez.
Este personaje llegó a representar todo el horror que se pudo desatar en los centros de detención y tortura que la DINA y la CNI tuvieron. Osvaldo Pincetti fue reclutado por Marcelo Moren Brito, cuando en 1974 se creo la DINA. Meses antes había escuchado que en La Serena era conocido como un “adivinador”. Trabajando ya en el organismo represivo, participó en las sesiones de torturas de Londres 38 y luego en Villa Grimaldi, donde decía hipnotizar a las víctimas y les inyectaba pentotal (la droga de la verdad). También inyectó veneno a prisioneros que luego fueron lanzados al mar.
Pincetti Gac, aseguran testigos, no recibía visitas en mucho tiempo. Otros presos internados en el hospital penitenciario lo agredieron en varias oportunidades al saber quién era. Su familia cobraba una pensión militar y no le llevaba nada. El último familiar que concurrió a verlo, sólo lo visitó para saber si estaba vivo.

Tuesday, June 05, 2007




Erase que se Era ....

Eramos una vez un grupo de nueve o de diez

que coincidía cada noche:una suerte de sueños que hacían cuadrilla,

unos buenos muchachos riendo juntos.

Érase que se era una vez...

Por esa época se amaba tanto, qué sé yo:¡qué época tanta de amores!

Desfilábamos juntos, se hacían poemas,y las calles que buenos gustos tenían.
Érase que se era una vez...

De uno en fondo

pasábamos por la misma canción:era uno,eran dos,eran tantos y qué sé yo,

pero era bonito mirarnos, vernos sufrir.Érase que se era una vez...

Era imposible pasar un sólo día sin morir,sin gritar,sin reír,sin comprender, sin amar.

Qué desastre de gente que no podía estar en paz.Érase que se era una vez...

Yo no sé si fue el tiempo que lo vuela todo,o si fuimos nosotros detonando el tiempo,

pero nos fragmentamos como una granada.Érase que se era una vez...

Yo no sé si ha llovido una lluvia que moje cada esquirla en el sitio en que haya caído,

si hay guardada una tarde común en el tiempo.Érase que se era una vez...

Yo no sé si ha servido de algo o de nada que haya habido pasado y que quede recuerdo.

Yo no sé si mañana pensaré lo que hoy vivo.Érase que se era una vez...